domingo, 21 de noviembre de 2010

Para morir todo se me acerca,
para que mi beso confirme
cuánto ha sostenido una calavera
(tantas formas como ha tenido
el hueso y dibujos el sarro)
antes de cerrar su mandíbula.

Entre mis dedos los ojos sangran su color
y mi oficio revive esa llama
luego de un tiempo gris.

No es mi trabajo la basura
ni la descomposición
de un cuerpo de corazón hermoso,
sino la unión de lentas astillas
hasta formar el hueso.

No un ídolo que padece
o jardines de ceniza y semillas rotas.
No las aguas marrones
en las que me he sumergido,
El hueco en el que guardo polvo y humo,
No la vibración entera que siento
cuando en mí todo
da su último suspiro.

No a esto renuncio.

Renuncio hoy a las flores
que he brotado en manos de concreto,
a la luz que he visto luego de escarbar
profundo la tierra,
a los momentos en los que me basta
con respirar para saber que respiro.

Hoy a otro lugar quiero irme,
a aquel sitio que no conozco
y en el que estás vos.

martes, 9 de noviembre de 2010

Nada es sagrado

martes, 2 de noviembre de 2010

José Ángel Valente

Cruzo un desierto y su secreta
desolación sin nombre.
El corazón
tiene la sequedad de la piedra
y los estallidos nocturnos
de su materia o de su nada.

Hay una luz remota, sin embargo,
y sé que no estoy solo;
aunque después de tanto y tanto no haya
ni un solo pensamiento
capaz contra la muerte,
no estoy solo.

Toco esta mano al fin que comparte mi vida
y en ella me confirmo
y tiento cuanto amo,
lo levanto hacia el cielo
y aunque sea ceniza lo proclamo: ceniza.

Aunque sea ceniza cuanto tengo hasta ahora,
cuanto se me ha tendido a modo de esperanza.

JOSÉ ÁNGEL VALENTE, Serán ceniza



jueves, 21 de octubre de 2010

Piedra sobre piedra

Quisiera guardarlos,
a todos ustedes,
lejos de lo que he recolectado.

De una a otra tierra llevé
un grave silencio
que ni como silencio sonaba.

Más allá de mis hombros erguí
un altar muerto de latas
donde el fuego no arde
para quienes ya no tienen sed.
Yo aún me quemo.

Es éste costado de la vida
el que florece en mí.
Me dieron todas las semillas,
y mi sangre alimentó las más pálidas.

Pero en uno de sus brazos
este río negro ya no es turbio
cuando en sus piedras están tus ropas.

Vos sos a quien no quiero guardar
de estas aves sin plumas,
porque mi tierra ha dado un árbol
cuyo sol dibuja tu sombra.

sábado, 16 de octubre de 2010

En el día una y mil lanzas afilo
Todas con el blanco de mi nombre,
aún cuando en otras sangres las empapo.
He muerto y todavía
no me he cansado del todo.

martes, 24 de agosto de 2010

No debería vivir uno así,
tallando suave con las propias manos
una piedra de espinas.

No debí haber vivido así,
dando la espalda a un dolor:
tomándolo, tomándolo
como un ocre aire espeso.

Cuánta arena, cuánto vidrio
he guardado aquí en la fosa de mi pecho.

Este dolor de mundo
me ha comido, aún luchando retirándome.
Tenía yo otro mundo aquí guardado,
con una bandera que saludaba
a quienes nunca venían.

Nadie había muerto en esta tierra
ni se celebraban nacimientos.
Sólo yo salía y entraba,
acompañado siempre del mismo grito.

Tengo una cabaña junto al arroyo,
afluente de sangre donde habito:

He traído sólo mis manos
para derribar mi casa.

viernes, 18 de junio de 2010

Para Indie, in memoriam

Quisiera escribir un poema
con esos elementos que no tengo.

Sé que el agua escapa de mis manos
porque es agua y no hay más razón que ésa
y el fuego quema
porque está para que sólo me acerque.

Hoy no hay nada aquí mas que viento
y ahora que te dejé y te fuiste
paseamos separados y solos.

Y la tierra, Indie, todos seremos ella.
Perdoname no estar ahí para enterrarte
sosteniéndote entera entre mis brazos
igual que cuando te fui a buscar
para llevarte a casa.

Hoy quisiera existir sabio y sencillo
como la Naturaleza y tu parte en ella,
pero...¿qué sabemos los hombres de todo esto?

Si mi humanidad tiene algo de provecho
y no te es extraño este poema,
si logra simplemente ser
como vos fuiste cuando eras
y tan liviano como el barro era barro
manchando tus patas,
me permitiré guardármelo
como te guarda
la tierra del jardín.

lunes, 26 de abril de 2010

Levantó una piedra,
tu amor,
de mí
con un temblor hecho manos
un llanto en la noche:
la profundidad, lo espeso de este agua
que nos sumerge
de la que respiramos sus burbujas.

Rama tu sombra, hundo en ella mis dedos
carne en la noche
carne sombra, un hueso en este y cada día
Raíz tus tetas
agota respírame
como cuando sos vos
la que respira atragantada.

Raíz raíz rama hoja
Son muchos los soles aún sin tiempo
aún eterno mi agujero
mi animal
Pasan los vientos, las aguas
en exploración de tus orillas
del aprendizaje del canto
de tus ecos:
un arrullo de truenos
colchón de roca, el musgo
como cera o arcilla modelo
tótems con tus caras
Vidrio vidrio nuestro movimiento
igual de juntos siempre
más ancho en el fondo nuestro lecho
para cobijarnos.

Subo atravieso tus caudales
remo en tu sangre
baño mi cabeza en tu corazón
Agua gota ser
de tu barro lo suave
nunca más, jamás, polvo,
verdes vivamos.

Nada ajeno, nada extraño
nada que temer
luego de tantos días, tantas noches,
adentro de tus venas,
tus cuevas playas árboles

Mi ropa en jirones
visiténdome en desnudez
para estar aquí:
Aquí, desde donde te veo
ya muy cerca, llevando
el corazón del que traigo mi parte.

He llegado.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Llámame a tu verano,
construye conmigo ropa de flores.

Yo puedo enseñarte menos cosas,
pero puedo:
a que no temas de las avispas
a recoger las heces
a no hacer caso del picor
que nos deja el césped
luego de rodar por él.

Cava conmigo un pozo.
Con meter un pie ya seremos mundo,
no temas de los gusanos
ni de las raíces como gusanos:
verás que es poco si aún
nos queda aprender la tierra.

Vendrá un perro a buscar comida
y lo sentaremos con nosotros.

Te haré madre sobre el barro,
nuestro niño cultivará las plantas
con nosotros
y jamás le ocultaremos nada.

En tiempo que estés enferma
me acostaré a tu lado,
antes habré vigilado todas las puertas,
y te sanaré con mi saliva.

En tiempos de mi enfermedad,
será el amor por recomponer tus huesos
lo que recomponga los míos.

Cada nueva floración
será más intensa,
y cada muerte de algún animal
será cada vez menos triste.

Llámame a tu verano,
que todo esto es lo que tengo para darte.
Todo esto y una súplica:
que en tiempos de sequía,
que en tiempos de espanto
cuando mi mandíbula sea pasto,
me resucites llevando
mi cabeza entre tus piernas
y diciéndome que beba.

Llámame a tu verano.

domingo, 28 de febrero de 2010

Humana la Muerte

La niña me regaló su corazón
adulto vivo, sus dos piernas
y su hueso tallado para mi refugio.

Cantó canciones mientras apartaba
mis gusanos, manchándose
sin decir nada y aún sonriendo.

La dejé sola desnuda y llorando
temerosa ahora sin mi calavera.

Nada tengo sin mis ropas
soy viento por no tener sentimientos
Bajo piedras de polvo
guardo un horror.

Niña, ven conmigo aunque hoy vista de muerte,
que caeré todas mis máscaras a tus pies
y verás lo que no te he querido mostrar:
que aunque los quites todos
seguirá habiendo gusanos.

lunes, 22 de febrero de 2010

No he sabido

Éste es mi musculo, digo
sin saber lo que toco.

He matado al amor.
Limé, afilé como lanzas mis huesos
y vos, tan valiente, los has tocado
hasta astillarte los dedos.
Hoy tu maza sobre mi pecho
redujo todo: y de los restos
son los tuyos más puros que los míos.
(Déjame quedármelos, no me los pidas
Haré de ellos una flor en mi garganta)

Ésta es mi alma, digo,
ofreciendo un veneno.

sábado, 20 de febrero de 2010

Me voy, ciudad

I.

Era en los recreos ¿no, Miguel?
los recreos que no hemos compartido
porque yo de la escuela me tenía que ir
como me voy ahora
de todos ustedes,
avanzando hacia atrás hacia adentro.

Cuántas veces me enamoré al pasarme
por tu escuela, de las chicas
todo pelo y porros,
de las cabezas dormidas contra las columnas
de ese instituto que fue también el mío.
Y no te he hecho caso, amigo,
no me he apuntado para estar con vos
porque yo no puedo volver sino es a casa.

II.

En las rondas no había
por donde cruzar, un montón
de hojas muertas en vuelo manteniéndote
distante y una corona de flores
cada tres postes de luz.

Saltar entre los coches,
esperar en el medio,
llegar como un triunfo al otro lado.
Pero en verdad no se llega
ni hay otro lado, sino un
costado inmenso, el cadáver de dios
o una ballena impenetrable.

III.

¿Cuándo fue que comenzamos a morirnos?

IV.

Nuestro refugio era hostil en invierno,
tan entumecidos quedábamos
que nunca hemos robado las maderas
para cubrirnos
ni hemos salido de nuestra
cárcel abierta: tal es el daño.

V.

A vos, Jenny, amiga:
vive tu tiempo, dejar de querer
adelantarnos a todos.
Ya te digo yo que el tiempo,
lamentablemente,
gana.

Recuerdo cuando me dijeron
que tenías quince, y ahora en tus 17 quédate:
no te juntes con nosotros, los mayores,
y si lo haces, ya sabes: no nos hagas caso.

VI.

Una vez quise querer,
y la otra me han querido.
Y todo fue gratis: el daño y el amor.

VII.

Se me ha escurrido por los dedos
la he perdido ahogada entre
las paredes: mi vida
en el murmullo de todos.

VIII.

Si hasta el parque era infierno
luego de la primavera y todas
sus botellas.

Volviendo a casa, por las noches,
he visto a todos los fantasmas:
y lloraban de haber muerto aquí.

Se iban del cementerio quizá porque
íbamos nosotros, a ocupar
su sitio, porque en Ciudad Real
lo mismo daba tener carne o no.

IX.

Me has vencido, Ciudad Real:
ni un nombre entre tus escombros,
a nada y a nadie quiero ya
de todos cuantos he amado
hundido en tus olas de astillas.

X.

Perdónenme, chicos.
Los voy a extrañar sin acercarme.

viernes, 19 de febrero de 2010

Es preciso decidir qué es más importante para uno: vivir bien o escribir bien. No hay que atormentarse con ambiciones contradictorias.

De Stephen Vizinczey, en este enlace: http://poesiamas.net/blog/2009/06/19/stephen-vizinczey-10-consejos-realistas-para-escritores/

jueves, 18 de febrero de 2010

Experimentación

El otro día, después de un buen tiempo, me puse a escribir un nuevo poema. Encontré un ritmo distinto a lo que suelo hacer, y traté de continuarlo.

Esto es lo que quedó

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He paseado esta noche
por la plaza azulada,
en sus horas sin faroles.

(Pisándome el propio corazón
de seguir caminando)

Una basura, una lata
mastico mientras los perros
pasean sueltos.

Respiro desde una vena:
atragantado de piedras sangre,
como desde el suelo
Bajo tierra.

Un árbol blanco sin ramas
ni hojas ni corteza salía
de la tierra como un hueso,
con la misma desnudez
de la nena que meaba en la arena,
con la misma desnudez
de mi torso desnudo.

De la mierda negra negra, hecha tierra,
el aroma un sonido, algo palpable.

Un viento carnívoro y de sudor
mi abrigo, de cenizas mis dedos.
Junto colillas, bolsas de plástico,
tapas de botellas:
animales, troncos, acepten
mi limosna de perdón,
ensénenme a ser como ustedes,
que píe y duerma mi corazón,
que mi misión sea la que es,
que vivan verdes mis pulmones,
impasibles, quietos.

Poema a mi madre

Hoy,
madre,
vamos a hablar.

He venido por razones
elementales y humanas.
He venido, madre, a bautizar mi frente
en la llama de tu amor que me llora.

Hablo de los gritos
que te he escuchado tarde:
hoy he aceptado tu vida,
la amplitud de tu pecho henchido
y empapado en la sangre de mi parto.

No son éstas líneas unas disculpas
por no haberte sabido oír.
(¡Ay, cuanto me falta por recomponer
para poder disculparme...!)
Son, si es que son algo por ahora,
las palabras que no me salen por la boca
cuando conversamos,
la voz, antigua y perdida,
que habita, profundo, en mi interior,
y que hoy quiere hablar contigo.

Tengo para contarte una historia.
Es la de unos dedos que no saben tocar
nada por no haberte tocado a vos;
la de un corazón que de tu vientre
ha tomado las espinas y ahora
viene a tomar las flores y el polen,
para ser corazón en otros corazones;
la de un hijo que es hombre de tu sangre
porque de niño (¡hasta hace tan poco!)
ha tenido el tiempo que te ha robado.
Madre, cuéntame de las oscuras
y largas noches que te he dejado sola,
sujeta al hilo invisible que nos ata
¿se ha tensado, como a punto de quebrarse?
Estoy llegando, desde la noche de las noches,
de madrugada y al amanecer,
llegando a nuestro hogar, que ahora, luego
de tantas y tantas casas no es sino
tus brazos, fuertes de llevarnos,
a mí y a mis hermanos; ya llego a casa,
mamá, a que me escuches abrir la puerta
y nos sentemos a hablar y a esperar
a que vuelvan también los chicos.