martes, 8 de septiembre de 2009

Oración a quien amo

He erguido en semen la flor de tu ofrenda
diosa sin altar, de tu templo
agoto cíclicamente los cálices
Enséname o permíteme
arranca el canto último
de tu sacrificio.

Que cuando de madrugada
los pájaros, mi fe profana
bañará en luz lo humano de tu cuerpo.
Carne y hueso sobre piedra
rodillas de la sangre
aún en la distancia.

Oh, fe mía, ahora que te conozco
con mis dedos, ahora
que los lentos vientos lentos mueren
sólo en mi tiempo sin tu nombre
(caravana en flores de muerte
esporas como esperma en tierra gris)
ahora que has sangrado mis labios
entre tus piernas,
lleva también este poema:
ánclalo como cruces azules
sobre tus hombros, como
el peso de un cadáver de amor.