jueves, 31 de enero de 2008

Nick Drake















Qué era lo que querías, Nick,
amigo en habitaciones separadas
en espacio y tiempo,
impregnadas de hash y Bach,
(aunque te recuerdo mejor con Bryter Layter).
Sé lo que quiero yo:
unas botas como las tuyas
-no las encuentro por ninguna parte-
¿dónde las conseguiste,
ante qué chica pisaste con fuerza
y levantaste tímido la punta
para dejar que te rodeen fantasmas
que luego llegan a mí?
Quiero también esos
paisajes donde te perdías,
¿eran tan tuyos que vos mismo
hacías la foto? ¿rellenabas
los árboles y abonabas la tierra
con los antidepresivos que
dejabas de tomar cuando ya
te sentías bien? ¿a quién le
ofrecías las flores y los hongos
y la mirada al suelo?
Se me cruzan, tan lejos de Far Layes,
perros de ojos negros y todas
mis Hazey Janes pierden el dolor
y se quedan por más.
Yo te odio, Nick Drake,
te odio con el amor con que
se odia a un hermano mayor
que se abandona a si mismo
y al que ya no le quedan palabras
para erigir árboles de fruta,
ríos donde aprendan los hombres
y las cosas –cello, parásitos,
caminos- que tienen su lugar detrás del sol.
¿Dónde habrías de reaparecer
sino en mi tiempo? Es bueno
tenerte acá aunque no te comparta,
vos y yo en esta habitación de nadie,
nunca me decís que ponga otra cosa
cuando escuchamos tus discos.
Entonces cuando ya solo
con guitarra y voz, como más me gustás,
ves que quedan cinco hojas en el libro
apuramos las últimas caladas y te vas
dejando el silencio que mantenés siempre.
Entonces creo que sí, que te entiendo
y que sé lo que querías.

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