domingo, 28 de febrero de 2010

Humana la Muerte

La niña me regaló su corazón
adulto vivo, sus dos piernas
y su hueso tallado para mi refugio.

Cantó canciones mientras apartaba
mis gusanos, manchándose
sin decir nada y aún sonriendo.

La dejé sola desnuda y llorando
temerosa ahora sin mi calavera.

Nada tengo sin mis ropas
soy viento por no tener sentimientos
Bajo piedras de polvo
guardo un horror.

Niña, ven conmigo aunque hoy vista de muerte,
que caeré todas mis máscaras a tus pies
y verás lo que no te he querido mostrar:
que aunque los quites todos
seguirá habiendo gusanos.

lunes, 22 de febrero de 2010

No he sabido

Éste es mi musculo, digo
sin saber lo que toco.

He matado al amor.
Limé, afilé como lanzas mis huesos
y vos, tan valiente, los has tocado
hasta astillarte los dedos.
Hoy tu maza sobre mi pecho
redujo todo: y de los restos
son los tuyos más puros que los míos.
(Déjame quedármelos, no me los pidas
Haré de ellos una flor en mi garganta)

Ésta es mi alma, digo,
ofreciendo un veneno.

sábado, 20 de febrero de 2010

Me voy, ciudad

I.

Era en los recreos ¿no, Miguel?
los recreos que no hemos compartido
porque yo de la escuela me tenía que ir
como me voy ahora
de todos ustedes,
avanzando hacia atrás hacia adentro.

Cuántas veces me enamoré al pasarme
por tu escuela, de las chicas
todo pelo y porros,
de las cabezas dormidas contra las columnas
de ese instituto que fue también el mío.
Y no te he hecho caso, amigo,
no me he apuntado para estar con vos
porque yo no puedo volver sino es a casa.

II.

En las rondas no había
por donde cruzar, un montón
de hojas muertas en vuelo manteniéndote
distante y una corona de flores
cada tres postes de luz.

Saltar entre los coches,
esperar en el medio,
llegar como un triunfo al otro lado.
Pero en verdad no se llega
ni hay otro lado, sino un
costado inmenso, el cadáver de dios
o una ballena impenetrable.

III.

¿Cuándo fue que comenzamos a morirnos?

IV.

Nuestro refugio era hostil en invierno,
tan entumecidos quedábamos
que nunca hemos robado las maderas
para cubrirnos
ni hemos salido de nuestra
cárcel abierta: tal es el daño.

V.

A vos, Jenny, amiga:
vive tu tiempo, dejar de querer
adelantarnos a todos.
Ya te digo yo que el tiempo,
lamentablemente,
gana.

Recuerdo cuando me dijeron
que tenías quince, y ahora en tus 17 quédate:
no te juntes con nosotros, los mayores,
y si lo haces, ya sabes: no nos hagas caso.

VI.

Una vez quise querer,
y la otra me han querido.
Y todo fue gratis: el daño y el amor.

VII.

Se me ha escurrido por los dedos
la he perdido ahogada entre
las paredes: mi vida
en el murmullo de todos.

VIII.

Si hasta el parque era infierno
luego de la primavera y todas
sus botellas.

Volviendo a casa, por las noches,
he visto a todos los fantasmas:
y lloraban de haber muerto aquí.

Se iban del cementerio quizá porque
íbamos nosotros, a ocupar
su sitio, porque en Ciudad Real
lo mismo daba tener carne o no.

IX.

Me has vencido, Ciudad Real:
ni un nombre entre tus escombros,
a nada y a nadie quiero ya
de todos cuantos he amado
hundido en tus olas de astillas.

X.

Perdónenme, chicos.
Los voy a extrañar sin acercarme.

viernes, 19 de febrero de 2010

Es preciso decidir qué es más importante para uno: vivir bien o escribir bien. No hay que atormentarse con ambiciones contradictorias.

De Stephen Vizinczey, en este enlace: http://poesiamas.net/blog/2009/06/19/stephen-vizinczey-10-consejos-realistas-para-escritores/

jueves, 18 de febrero de 2010

Experimentación

El otro día, después de un buen tiempo, me puse a escribir un nuevo poema. Encontré un ritmo distinto a lo que suelo hacer, y traté de continuarlo.

Esto es lo que quedó

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He paseado esta noche
por la plaza azulada,
en sus horas sin faroles.

(Pisándome el propio corazón
de seguir caminando)

Una basura, una lata
mastico mientras los perros
pasean sueltos.

Respiro desde una vena:
atragantado de piedras sangre,
como desde el suelo
Bajo tierra.

Un árbol blanco sin ramas
ni hojas ni corteza salía
de la tierra como un hueso,
con la misma desnudez
de la nena que meaba en la arena,
con la misma desnudez
de mi torso desnudo.

De la mierda negra negra, hecha tierra,
el aroma un sonido, algo palpable.

Un viento carnívoro y de sudor
mi abrigo, de cenizas mis dedos.
Junto colillas, bolsas de plástico,
tapas de botellas:
animales, troncos, acepten
mi limosna de perdón,
ensénenme a ser como ustedes,
que píe y duerma mi corazón,
que mi misión sea la que es,
que vivan verdes mis pulmones,
impasibles, quietos.

Poema a mi madre

Hoy,
madre,
vamos a hablar.

He venido por razones
elementales y humanas.
He venido, madre, a bautizar mi frente
en la llama de tu amor que me llora.

Hablo de los gritos
que te he escuchado tarde:
hoy he aceptado tu vida,
la amplitud de tu pecho henchido
y empapado en la sangre de mi parto.

No son éstas líneas unas disculpas
por no haberte sabido oír.
(¡Ay, cuanto me falta por recomponer
para poder disculparme...!)
Son, si es que son algo por ahora,
las palabras que no me salen por la boca
cuando conversamos,
la voz, antigua y perdida,
que habita, profundo, en mi interior,
y que hoy quiere hablar contigo.

Tengo para contarte una historia.
Es la de unos dedos que no saben tocar
nada por no haberte tocado a vos;
la de un corazón que de tu vientre
ha tomado las espinas y ahora
viene a tomar las flores y el polen,
para ser corazón en otros corazones;
la de un hijo que es hombre de tu sangre
porque de niño (¡hasta hace tan poco!)
ha tenido el tiempo que te ha robado.
Madre, cuéntame de las oscuras
y largas noches que te he dejado sola,
sujeta al hilo invisible que nos ata
¿se ha tensado, como a punto de quebrarse?
Estoy llegando, desde la noche de las noches,
de madrugada y al amanecer,
llegando a nuestro hogar, que ahora, luego
de tantas y tantas casas no es sino
tus brazos, fuertes de llevarnos,
a mí y a mis hermanos; ya llego a casa,
mamá, a que me escuches abrir la puerta
y nos sentemos a hablar y a esperar
a que vuelvan también los chicos.