domingo, 23 de septiembre de 2007

Carta

Una amiga que tiene la generosidad suficiente como para dejarme algún que otro comentario en el blog, me preguntó, el otro día, que cuándo iba a actualizar esto.

CARTA

I

Hoy, a 24 de septiembre,
tres y cuarenta y nueve
de la madrugada,
noche de ceniza
-me pierdo en su recuento y reconstrucción-
en la que luces fugaces bajo mi ventana,
viene a mí la confesión
del hueco que hay entre los dos:
tu boca cantaría más cierta en otros labios
que no fuesen los míos.
Menos falso estoy en vos
que en otros cuerpos,
pero ya no es suficiente
para atentar contra la muerte.

II

Anduvimos, entonces,
por calles medio desiertas,
aniquilados de esperanza
y sin embargo todo fue verdadero
y materia de recuerdo.

(Aceptábamos el fin conociéndolo,
punto por punto, desde el principio)

Afuera de tu habitación había
viento y flores en el viento
y no supe si volaban o caían.

Echándose mutuamente de menos,
tu piel se bañó en otros brazos
y la mía en tinta.

Hoy acuden, a pesar de todo
y en homenaje a lo vivido,
las letras de tu nombre,
como polen,
como virutas,
como raíces,
a mis manos.

III

De entonces a ahora tuve tiempo
de reconstruirme,
cicatrizar con otras savias
no el daño pero sí la ausencia de la tuya;
fuiste otra forma del viento:
llevaste, inevitable, la parte de mí
que quedaba por entregar.
Pero elegí la brisa
y sin vergüenza digo
que esta decisión
poco tiene que ver con vos o con la vida.

Creéme que arde cuando
del pecho se me desprende una hoja,
y es difícil ir acumulando el polvo
en que me convierto,
a pesar de que sea el mismo polvo
que, al caer de las manos
que estrecharon las mías,
dibujará mi cara en alguna
zona perdida y no abandonada.

IV

Que no mientan estos versos abiertos:
son, en realidad, sólo tuyos.

(PD:
Admito que caí:
- Escribo para tener un espejo en el que mirarme la cara.
te dije alguna vez,
y durante un tiempo, con estos u otros versos,
lo quise recomponer fueron tus ojos)