jueves, 18 de febrero de 2010

Poema a mi madre

Hoy,
madre,
vamos a hablar.

He venido por razones
elementales y humanas.
He venido, madre, a bautizar mi frente
en la llama de tu amor que me llora.

Hablo de los gritos
que te he escuchado tarde:
hoy he aceptado tu vida,
la amplitud de tu pecho henchido
y empapado en la sangre de mi parto.

No son éstas líneas unas disculpas
por no haberte sabido oír.
(¡Ay, cuanto me falta por recomponer
para poder disculparme...!)
Son, si es que son algo por ahora,
las palabras que no me salen por la boca
cuando conversamos,
la voz, antigua y perdida,
que habita, profundo, en mi interior,
y que hoy quiere hablar contigo.

Tengo para contarte una historia.
Es la de unos dedos que no saben tocar
nada por no haberte tocado a vos;
la de un corazón que de tu vientre
ha tomado las espinas y ahora
viene a tomar las flores y el polen,
para ser corazón en otros corazones;
la de un hijo que es hombre de tu sangre
porque de niño (¡hasta hace tan poco!)
ha tenido el tiempo que te ha robado.
Madre, cuéntame de las oscuras
y largas noches que te he dejado sola,
sujeta al hilo invisible que nos ata
¿se ha tensado, como a punto de quebrarse?
Estoy llegando, desde la noche de las noches,
de madrugada y al amanecer,
llegando a nuestro hogar, que ahora, luego
de tantas y tantas casas no es sino
tus brazos, fuertes de llevarnos,
a mí y a mis hermanos; ya llego a casa,
mamá, a que me escuches abrir la puerta
y nos sentemos a hablar y a esperar
a que vuelvan también los chicos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Este poema Horacio no es otra cosa que sentimiento, el más puro sentimiento. Mantenlo fuerte y capaz de arrancar sonrisas a las personas que nombras y capaz de transmitirles vida, esa vida que nunca dudé que tienes dentro.
Te quiero.